Vocablo vasco, en castellano versolari. Improvisador popular de versos en vasco.
Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un reto para quien lo afronta.
Dicho de una persona: Abandonar su propio país para establecerse en otro extranjero.
Desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales.
Comenzamos un viaje a través de una historia real, una de esas que nos hacen reflexionar, sentir y mirar el mundo con nuevos ojos. El libro que leeremos juntos, Hermanito, nos invita a conocer la vida de Ibrahima Balde, un joven de Guinea que, pese a no desear emigrar, se ve impulsado a hacerlo por el amor y la esperanza de encontrar a su hermano pequeño.
Lo especial de esta obra es que no es un libro como cualquier otro. Las palabras de Ibrahima no nacen de un bolígrafo, sino de su propia voz. Es él quien narra su experiencia en primera persona, de forma oral, y quien comparte sus emociones, sus miedos y su valentía. Amets Arzallus Antia, bertsolari —un poeta improvisador del País Vasco—, es quien escucha atentamente a Ibrahima y convierte esas palabras en un texto que ahora llega a nosotros. Este libro es mucho más que una historia de migración; es un testimonio de cómo las personas enfrentan situaciones extremas, de cómo el amor puede mover montañas y de cómo la comunicación —ya sea hablada o escrita— puede unir dos mundos aparentemente lejanos.
Mientras leemos, os animo a reflexionar sobre cada página y cada palabra. ¿Qué siente Ibrahima en cada paso de su viaje? ¿Qué podemos aprender de su forma de afrontar los desafíos? Y, sobre todo, ¿cómo se entrelaza su historia con la nuestra, aquí, en el aula? ¿Percibís alguna similitud entre su vida y la vuestra?
A través de esta lectura, pondremos en práctica nuestras habilidades de comprensión lectora, pero también nuestra empatía y capacidad de escuchar. Recordad que detrás de cada una de estas páginas hay una vida real, con sus luces y sombras, con sus raíces y tradiciones y que tenemos la responsabilidad de acercarnos a ella con respeto y sensibilidad. No olvidéis que aunque la realidad de los otros sea distinta a la nuestra, no deja de ser la realidad.
Preparad vuestras mentes y corazones para sumergiros en esta experiencia única. Al final, descubriréis que Ibrahima no solo buscaba a su hermano, sino que nos ayudará a encontrarnos a nosotros mismos en sus palabras. Esta historia, puede que cambie la percepción que tenéis de esas personas que a veces vemos en la calle, y que ni tan siquiera nos preguntamos lo que habrán vivido antes de llegar aquí, o porqué han venido. Os aseguro, que no os dejará indiferentes y será un gran aprendizaje que perdurará en el tiempo. ¡La lectura os está esperando!
Vamos a comenzar un viaje a través de una historia real, un libro.
El libro que leeremos juntos, Hermanito, nos invita a conocer la vida de Ibrahima Balde, un joven de Guinea.
Ibrahima no desea emigrar, pero se ve impulsado a hacerlo por el amor y la esperanza de encontrar a su hermano pequeño.
Lo especial de esta obra es que no es un libro como cualquier otro.
Las palabras de Ibrahima no nacen de un bolígrafo, sino de su propia voz.
Es él quien narra su experiencia en primera persona, de forma oral, y quien comparte sus emociones, sus miedos y su valentía.
Amets Arzallus Antia, bertsolari —un poeta improvisador del País Vasco—, es quien escucha atentamente a Ibrahima y convierte esas palabras en un texto que ahora llega a nosotros.
Este libro es mucho más que una historia de migración;
es un testimonio de cómo las personas enfrentan situaciones extremas, de cómo el amor puede mover montañas y de cómo la comunicación —ya sea hablada o escrita— puede unir dos mundos aparentemente lejanos.
Mientras leemos, os animo a reflexionar sobre cada página y cada palabra.
¿Qué siente Ibrahima en cada paso de su viaje?
¿Qué podemos aprender de su forma de afrontar los desafíos?
Y, sobre todo, ¿cómo se entrelaza su historia con la nuestra, aquí, en el aula?
¿Percibís alguna similitud entre su vida y la vuestra?
A través de esta lectura, pondremos en práctica nuestras habilidades de comprensión lectora, pero también nuestra empatía y capacidad de escuchar.
Recordad que detrás de cada una de estas páginas hay una vida real, con sus luces y sombras, con sus raíces y tradiciones y que tenemos la responsabilidad de acercarnos a ella con respeto y sensibilidad.
No olvidéis que aunque la realidad de los otros sea distinta a la nuestra, no deja de ser la realidad.
Preparad vuestras mentes y corazones para sumergiros en esta experiencia única.
Al final, descubriréis que Ibrahima no solo buscaba a su hermano, sino que nos ayudará a encontrarnos a nosotros mismos en sus palabras.
Esta historia, puede que cambie la percepción que tenéis de esas personas que a veces vemos en la calle, y que ni tan siquiera nos preguntamos lo que habrán vivido antes de llegar aquí, o porqué han venido.
Os aseguro, que no os dejará indiferentes y será un gran aprendizaje que perdurará en el tiempo.
¡La lectura os está esperando!
Halla las palabras ocultas en esta sopa de letras
Vamos a trabajar la atención que hemos prestado al vídeo de "Hermanito". A continuación tienes una lista desordenada, el objetivo de la actividad es que ordenes cronológicamente lo que le sucede a Ibrahima. ¡Ánimo y a por ello!
Lee el texto y completa las palabras que faltan. Podrás completarlo arrastrando las palabras al lugar adecuado.
Ibrahima Balde nació en @@lGuinea@@ Conakri en 1994. En la actualidad estudia @@mecánica@@ en Madrid.
En su país era aprendiz de @@conductor de camión@@. Hasta que un día su @@madre@@ le anunció que su hermano pequeño, su @@miñán@@, no estaba en casa. Ibrahima salió a buscarlo. Y para @@encontrarlo@@ atravesó el @@.Sahara@@, cruzó el Estrecho, sufrió hambre y @@sed@@, sufrió dolor, y padeció los abusos de las @@mafias@@ que actúan impunemente. Tres @@años@@ después llegó al fin a @@Europa@@. Llegó hasta @@Irún@@.
Lee atentamente este fragmento del libro Hermanito y responde a las preguntas que se te harán a continuación.
Miras a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar. Y tú nunca te has sentado sobre el mar. Entonces el motor se apaga, porque el capitán ha cambiado de marcha, o vete a saber por qué, pero el motor se apagó.
Empezó a tirar del cable, a tirar tirar tirar tirar. Tiró hasta desesperarse. Al final el motor arrancó de nuevo y seguimos adelante, lejos de la orilla. Allí miras de nuevo a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar, y tú no sabes nadar. Entonces se estropea la brújula.
Antes de salir, el árabe nos explicó: "Si la aguja está entre el cero y el quince, vais por el buen camino, pero si la aguja pasa del quince al treinta, la dirección no es la correcta". Y yo no sé lo que pasó, pero alguien dijo: "La brújula se ha calado", y entonces seguimos adelante sin números, sin saber adónde íbamos.
Desparecimos en mitad del mar.
Allí, miras de nuevo a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar, y de debajo del agua empiezan a salir unos grandes pedazos de carne, ooooooh. Primero suben y luego bajan ooooooh. Alguien dijo: "Des douphines". Pero yo nunca había oído esa palabra y me asusté, pensé que se me echaban encima.
Ooooooh...
Mi espíritu se fue volando. "Alhassane se marcharía una noche como esta", pensé. Y me acordé de toda mi familia. Primero de mi padre, luego de mi madre, luego de las dos pequeñas de la casa, Binta y Rouguiatou.
Cuando te sientas sobre el mar, estás en la mitad de un cruce. O la vida o la muerte. Allí no más otra salida.
Extracto del libro Hermanito, -Miñán-, Balde., Ibrahima. Arzallus Antia, Amets. Parte 3, capítulo XX, páginas 118, 119.
Recuerda rellenarla en el ordenador, guárdala y pon tu nombre.
Lee atentamente este fragmento del libro Hermanito y responde a las preguntas que se te harán a continuación.
Miras a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar.
Y tú nunca te has sentado sobre el mar.
Entonces el motor se apaga, porque el capitán ha cambiado de marcha, o vete a saber por qué, pero el motor se apagó.
Empezó a tirar del cable, a tirar tirar tirar tirar.
Tiró hasta desesperarse.
Al final el motor arrancó de nuevo y seguimos adelante, lejos de la orilla.
Allí miras de nuevo a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar, y tú no sabes nadar.
Entonces se estropea la brújula.
Antes de salir, el árabe nos explicó: "Si la aguja está entre el cero y el quince, vais por el buen camino, pero si la aguja pasa del quince al treinta, la dirección no es la correcta".
Y yo no sé lo que pasó, pero alguien dijo: "La brújula se ha calado", y entonces seguimos adelante sin números, sin saber adónde íbamos.
Desparecimos en mitad del mar.
Allí, miras de nuevo a los cuatro lados y todo es la misma cosa: el mar, y de debajo del agua empiezan a salir unos grandes pedazos de carne, ooooooh. Primero suben y luego bajan ooooooh. Alguien dijo: "Des douphines". Pero yo nunca había oído esa palabra y me asusté, pensé que se me echaban encima.
Ooooooh...
Mi espíritu se fue volando. "Alhassane se marcharía una noche como esta", pensé.
Y me acordé de toda mi familia. Primero de mi padre, luego de mi madre, luego de las dos pequeñas de la casa, Binta y Rouguiatou.
Cuando te sientas sobre el mar, estás en la mitad de un cruce. O la vida o la muerte.
Allí no más otra salida.
Extracto del libro Hermanito, -Miñán-, Balde., Ibrahima. Arzallus Antia, Amets. Parte 3, capítulo XX, páginas 118, 119.
En tu cuaderno reescribe con tus propias palabras el fragmento que acabamos de leer. Quiero que te olvides por un momento de Ibrahima y de su forma de expresarse, quiero que imagines que eres un escritor y que estás escribiendo una novela de ficción. ¿Cómo reescribirías este trocito del libro?
Una vez terminada la tarea, leeremos todos nuestra versión, y os daréis cuenta de la cantidad de versiones diferentes pueden salir de una misma historia.
Os propongo una actividad muy atractiva. Leed atentamente el texto que aparece a continuación.
Miro a mi alrededor y todo es lo mismo: el mar infinito, un abismo líquido que me engulle con su silencio. Nunca antes me había sentido tan pequeño, tan insignificante, tan vulnerable. El motor se detiene de repente. Un silencio sepulcral lo inunda todo, un silencio que grita más fuerte que cualquier ruido. No sé si el capitán ha cambiado de marcha o si algo ha fallado, pero siento cómo el miedo me aprieta el pecho hasta casi no dejarme respirar.
El capitán empieza a tirar del cable una y otra vez. Tira, tira, tira… Cada intento fallido es como una punzada directa al corazón. La desesperación se filtra en cada mirada, en cada suspiro contenido. Finalmente, el motor vuelve a rugir con un bramido que me devuelve un hilo de esperanza. Seguimos adelante, cada vez más lejos de la orilla, más lejos de cualquier resguardo. Vuelvo a mirar alrededor: todo sigue siendo mar, un horizonte infinito que me ahoga aunque esté respirando. Yo no sé nadar. Entonces, la brújula deja de funcionar.
Antes de partir, el árabe nos explicó con voz grave: "Si la aguja está entre el cero y el quince, vais bien, pero si pasa del quince al treinta, estáis perdidos". Pero ahora la aguja no se mueve, está congelada, muerta. Alguien murmura con un hilo de voz: "La brújula se ha calado". Seguimos avanzando, o al menos eso creemos, porque ya no hay rumbo, no hay números, no hay esperanza. Solo somos un punto diminuto, perdido en medio de una inmensidad azul sin final.
Desaparecimos en mitad del mar.
Miro otra vez a mi alrededor y todo es igual: solo mar. Un frío me recorre la espalda cuando algo emerge desde el fondo. Grandes sombras grises suben y bajan entre las olas. Alguien susurra: "Des dauphins". Nunca había escuchado esa palabra. Me quedo paralizado, con los músculos rígidos y el alma atrapada en un puño. Estoy convencido de que esas sombras vendrán por nosotros.
Siento que mi espíritu me abandona, se desvanece como el último rayo de sol al caer la noche. Pienso: "Alhassane se marcharía una noche como esta". Y entonces, los recuerdos me inundan, como un torrente imposible de detener. Veo a mi padre, con sus manos curtidas por el trabajo; a mi madre, con su mirada dulce pero preocupada; a mis hermanas pequeñas, Binta y Rouguiatou, riendo sin saber lo que significa el miedo.
Sentado sobre este mar que parece infinito, me doy cuenta de que estoy atrapado en una cruel encrucijada. Aquí solo hay dos caminos: la vida o la muerte. No hay otra salida, no hay regreso. Solo queda avanzar... o hundirse para siempre.
Miro a mi alrededor y todo es lo mismo: el mar infinito, un abismo líquido que me engulle con su silencio.
Nunca antes me había sentido tan pequeño, tan insignificante, tan vulnerable.
El motor se detiene de repente.
Un silencio sepulcral lo inunda todo, un silencio que grita más fuerte que cualquier ruido.
No sé si el capitán ha cambiado de marcha o si algo ha fallado, pero siento cómo el miedo me aprieta el pecho hasta casi no dejarme respirar.
El capitán empieza a tirar del cable una y otra vez.
Tira, tira, tira…
Cada intento fallido es como una punzada directa al corazón.
La desesperación se filtra en cada mirada, en cada suspiro contenido.
Finalmente, el motor vuelve a rugir con un bramido que me devuelve un hilo de esperanza.
Seguimos adelante, cada vez más lejos de la orilla, más lejos de cualquier resguardo.
Vuelvo a mirar alrededor: todo sigue siendo mar, un horizonte infinito que me ahoga aunque esté respirando.
Yo no sé nadar. Entonces, la brújula deja de funcionar.
Antes de partir, el árabe nos explicó con voz grave: "Si la aguja está entre el cero y el quince, vais bien, pero si pasa del quince al treinta, estáis perdidos".
Pero ahora la aguja no se mueve, está congelada, muerta.
Alguien murmura con un hilo de voz: "La brújula se ha calado".
Seguimos avanzando, o al menos eso creemos, porque ya no hay rumbo, no hay números, no hay esperanza.
Solo somos un punto diminuto, perdido en medio de una inmensidad azul sin final.
Desaparecimos en mitad del mar.
Miro otra vez a mi alrededor y todo es igual: solo mar.
Un frío me recorre la espalda cuando algo emerge desde el fondo.
Grandes sombras grises suben y bajan entre las olas. Alguien susurra: "Des dauphins".
Nunca había escuchado esa palabra.
Me quedo paralizado, con los músculos rígidos y el alma atrapada en un puño.
Estoy convencido de que esas sombras vendrán por nosotros.
Siento que mi espíritu me abandona, se desvanece como el último rayo de sol al caer la noche.
Pienso: "Alhassane se marcharía una noche como esta".
Y entonces, los recuerdos me inundan, como un torrente imposible de detener.
Veo a mi padre, con sus manos curtidas por el trabajo; a mi madre, con su mirada dulce pero preocupada; a mis hermanas pequeñas, Binta y Rouguiatou, riendo sin saber lo que significa el miedo.
Sentado sobre este mar que parece infinito, me doy cuenta de que estoy atrapado en una cruel encrucijada.
Aquí solo hay dos caminos: la vida o la muerte.
No hay otra salida, no hay regreso.
Solo queda avanzar... o hundirse para siempre.
Accede desde aquí a la actividad que he preparado para comparar los textos que aparecen en la Actividad A y la Actividad C. Vas a sentirte casi como un detective.
Ya hemos leído el libro y habéis quedado sobrecogidos con la historia de Ibrahima. Ahora es el momento de disfrutar de lo aprendido a través del juego. ¿Se os ocurre una recompensa mejor para afianzar vuestros conocimientos? Celebremos con este rosco que hemos llegado a uno de los hitos de nuestro trabajo. Tenéis que adivinar las palabras relacionadas con la lectura en este rosco. Hay dos opciones:
Opción A: Empieza por la letra...
Opción B: Contiene la letra...
¡A por ello campeones!
¿No siempre te sale todo a la primera? Es normal, a todos nos ha pasado alguna vez. No desesperes, si hay algo que no comprendes lo único que tienes que hacer es pedir ayuda a tu profesora/or, estarán encantados de echarte una mano y explicarte aquello que no entiendes.
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